miércoles, 25 de abril de 2012

Abril

Hay días del calendario que, por años que pasen, siguen y seguirán manteniendo viva en nuestros corazones una llama de rebeldía, un haz de luz que, por oscuros que pudieran tornarse los tiempos en los que nos toque vivir, ilumina el espacio en el que albergamos la esperanza por un futuro mejor, la certeza de que un mundo más justo es un ideal alcanzable y por el que merece la pena luchar. Todo esto se conjura en abril. El mes en el que estalla la primavera definitivamente.

Explotaron las calles de toda España en estas fechas. Era un martes del abril de 1931 el día en que, por segunda vez, la República fue proclamada en plazas y avenidas entre el júbilo de millones de personas. El día en que el pueblo se sacudió de encima, ya sumido en una fiesta, un régimen autoritario que duró demasiado. No será tampoco casualidad que fuera un mes de abril cuandoAzaña, Domingo, Casares Quiroga y otros miles de hombres y mujeres más fundaron el partido Izquierda Republicana.

Es el 23 de abril una jornada que acapara en sí multitud de eventos. Se celebra por todo el mundo el Día del Libro, fecha para reconciliarse con la lectura o ampliar horizontes buscando nuevos títulos. Castilla reivindica la figura de los comuneros caídos contra el absolutismo, más al este se festeja el Día de Aragónmientras la vecina Cataluña se entrega a la celebración de su día de Sant Jordi con el bullicio de ramblas y avenidas, redescubriéndose este día año tras año entre rosas y nuevos libros.

Y también hay claveles, que tuvieron su propia revolución. Fueron los portugueses quienes marcaron una fecha imborrable para todos los que luchan contra la opresión al derrocar en 1974 la dictadura más vieja de Europa, régimen el cual se derrumbó en cuestión de horas. Era el 25 de abril (un día que Italia conmemora su ‘Día de la Liberación’ tras la Segunda Guerra Mundial), cuando los soldados portugueses que se levantaban contra sus tiranos lucían las flores en los cañones de las armas.

Se cumplen 38 años del hito portugués. Ahora, los habitantes de unos y otros rincones del territorio ibérico, en la Europa del euro, padecemos los negros nubarrones de la crisis que hacen languidecer no ya la economía, sino la sociedad entera. Ahora, como desde los años 40 a mediados de los 70 del siglo pasado, pareciera que nuestros caminos siguen discurriendo paralelos, atravesando una densa y plomiza niebla en la que ni se aventura una salida ni se sabe cómo de lejos queda, siendo los padecimientos, en forma de recortes al estado y a los servicios públicos, el pan de cada día. Tanto es el malestar causado en Portugal por la situación que hay muchos que han renunciado a las conmemoraciones institucionales por el aniversario de la Revolución, como signo de protesta ante la deriva del país, que está desmontando, por imposición de una troika económica que manda más que su gobierno democrático, todo lo que se construyó desde esa fecha. Y muchos ya se preguntan, ¿hace falta un nuevo 25 de abril? Reinventar el impulso que supuso aquella fecha, el romper con las ataduras que se arrastraban, ¿vuelve a ser algo necesario?

Una pregunta que lanzada desde las orillas del atlántico, retumba por toda la península, buscándose en todas partes la respuesta, pues el diagnóstico de los problemas que atravesamos es compartido con Portugal. Quizá sea momento de poner en común la búsqueda de soluciones conjuntas como vía para consolidar una salida más allá de esta calamidad. Cabe recordar que estamos en abril, mes que invita a abstraerse por un momento en recordar aquellos eventos y jornadas en las que uno se reinventa y saca lo mejor de sí mismo para echar abajo las barreras que nos separan del progreso. Hay que conjurarse a ese rayo de esperanza, a esa certeza de que hay otra forma de construir el futuro. Los republicanos, demócratas a uno y otro lado de la frontera entre España y Portugal (frontera que cada día separa menos), hayamos en este mes motivos sobrados de inspiración para buscar remedios a la situación actual, que presentan misma valoración e idéntica deriva. Como ya hicimos todos, en un mes de abril.

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Luis Iglesias

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